La crisis de la Restauración
Tras las pérdidas coloniales en 1898, la regente Mª Cristina llamó al Partido Conservador a gobernar en 1899, cuyo líder era el sustituto de Cánovas: Francisco Silvela. Comenzaba aparentemente una renovación política en los partidos dinásticos, que prometían reformas en respuesta al desastre del 98, como Silvela, quien ejecutó la descentralización administrativa, dando competencias a las regiones, y subió los impuestos de consumo para hacer frente a las deudas del país, pues la economía quedó diezmada. Se sucedieron huelgas y manifestaciones hasta que en 1901, Sagasta vuelve al gobierno.
El espíritu regeneracionista no perduró y se volvió al sistema de turnos.