En materia económica, el Franquismo impulsó un sistema autárquico. Pero en los años 50, se comienza a notar la crisis por la incapacidad de abastecimiento, y para solucionar la situación, se inició el Gobierno de los tecnócratas en 1959: economistas como Alberto Ullastres, López Bravo y López Rodó entraron en el Gobierno e indicaron que era necesario que España implantase el capitalismo. Para ello, iniciaron los planes de estabilización, orientados para arreglar la economía:
- Recorte del gasto público.
- Congelación y disminución salarial.
- Reducción de créditos bancarios.
- Devaluación de la peseta para fomentar las inversiones extranjeras.
Una vez estabilizada la economía, entró la etapa del Desarrollismo Económico con planes para desarrollar la renta per cápita de los españoles que consiguieron que España fuese uno de los países industriales más importantes de Europa.
Asimismo, se estaba produciendo una transformación política con leyes que iban iniciando intentos de aperturismo en los años 60, como la Ley Orgánica del Estado, la Ley de Libertad Religiosa, la Ley de Prensa, cambios como el tercio familiar en las Cortes, el Estado de Bienestar…
La ratificación en la Ley de Sucesión de que sería Juan Carlos de Borbón el sucesor en la jefatura de Estado, provocó una división en el Gobierno en tecnócratas, que veían la oportunidad de cambio aperturista en España, y el sector franquista, que opinaba que debía continuar un militar.