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Las consecuencias de la guerra

Muerte, carestía y destrucción.

El balance de la guerra dio como resultado muchísimos muertos, funda-mentalmente por el hambre ante la parálisis de la producción industrial debido a la movilización de la población masculina a la filas. Lo poco que se producía iba a la guerra (armas, avituallamiento...)

La escasez de alimentos hacía que la población comiese cualquier cosa, y las cartillas de racionamiento comenzaron a aparecer. Los precios subieron y el mercado negro se extendió, en el que se vendían productos como carbón, aceite, azúcar… al mayor precio. La desnutrición provocó enfermedades y muertes.

Además, la guerra significó la destrucción de gran parte de las ciudades (infraestructuras, comunicaciones, viviendas…) debido a los bombardeos, que también afectaron duramente a la población civil.

La población traspasada.

Se produjo enormes traspasos de población de una zona a otra en función de su ideología. En este sentido, la zona más perjudicada fue la republicana, que fue reduciendo su extensión, perdiendo industrias y campos, y tuvo que dar hospicio cada vez a más gente.

A finales de 1938, aumentó el exilio debido al fin próximo de la guerra. El Gobierno republicano impulsó la marcha en barcos y trenes con niños hacia Sudamérica, Rusia y Francia, fundamentalmente. Sobre todo desde Cataluña hubo una gran marcha de personas que huían a través de los Pirineos, entre las que había gente de todo tipo: desertores, mujeres con hijos, ancianos, niños solo… Por el contrario, gran parte de la población del sur quedó aislada.

En Francia, los exiliados se acomodaron en campos de refugiados. Muchos de ellos se decidieron por volver, y otros se quedaron, y formaron la resistencia francesa contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Vídeo interactivo

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